Con la mirada y las letras en
Yucatán: Hernán Lara Zavala
Hernán
Lara Zavala se erige como uno de los grandes maestros de la literatura en
Yucatán cuya formación y destacables reconocimientos tanto en la academia como
en las letras le han valido un lugar especial en el corazón de los yucatecos.
Lara Zavala realizó estudios en Letras Inglesas y cuenta con estudios de
posgrado tanto en México como en el extranjero. Sus estancias en Inglaterra marcaron
su forma de describir la realidad. Desde la detallada y realista manera de
describir el paisaje que la decora…
“Corre
el agua bajo la piedra blanca, la piedra ocre, piedra caliza, calcárea y
porosa, fuego denso y fraguado que emergió como tierra firme.” (Lara Zavala,
2012: 1)
…hasta de inspiración para
retar antiguas ideas de cómo relacionarse la naturaleza.
“Y
al contemplar el mar no puedes sustraerte del Ser de la creación, del Hacedor,
quien quiera que sea y donde quiera que se encuentre, porque Dios está en el
alma y el alma está en Dios, como el mar está en los peces y los peces en el
mar. El mar: alma de la Tierra.” (Lara Zavala, 2015: 5)
Su
relación con el Mayab es inequívoca, y la manera de abordar la historia, así
como la trayectoria sociopolítica de la región le colocan en un lugar de
autoridad. En entrevista con el escritor, se indagó acerca del porqué enfocarse
en Yucatán, qué era lo que le había llevado a poner sobre la mesa la historia y
paisajes yucatecos, para confrontarse con el mainstream y centralismo
literario que aún impera. Se deseaba conocer su inspiración, quiénes han sido
sus héroes, aquellas figuras que marcaron su trayectoria.
Cuando
yo empecé a escribir a los 20 años, estaba de moda la literatura de “La Onda”,
que era aquella de los jóvenes de la Ciudad de México, que era un poco el rock,
las drogas, la revolución sexual, todo estaba a flor de piel. Realmente el
escritor que mejor la manejó fue José Agustín; él y Gustavo Sainz hicieron una
indagación de la Ciudad de México de los años 50s y 60s, muy interesante. Yo
también crecí en la Colonia del Valle, yo también tenía ciertos intereses para
encontrar mi tema. Yo estudié Letras Inglesas y tuve una formación interesante
por ver a los escritores ingleses en cómo eligen sus temas. Es una de esas
cosas que tuve que ponerme a pensar.
Si
la infancia es destino, siempre las primeras memorias y experiencias vitales
marcan nuestra trayectoria. Para Lara Zavala no fue diferente.
Mi
padre es de Hopelchén, Campeche. Mi madre era de Mérida. Cuando se casaron se
fueron a vivir a México y yo nací ahí. Por la formación, para no despegarnos de
la familia, yo visitaba mucho estas ciudades en la infancia. Yo muy específicamente he
elegido tratar de ubicar a la península de Yucatán en la literatura mexicana
pero no ya como la tierra del faisán y del venado, de la trova. No. El Yucatán
más real. Entonces el libro que escribí primero es un libro de cuentos
intercalados, le puse De Zitilchén (1981). Lo primero que yo descubrí de niño,
es la configuración racial de Yucatán. Todo esto me inspiró para decir, ‘tengo
que buscar un tema que me interese, que conozca de primera mano’, y el hecho de
que yo no quería incursionar en la literatura de La Onda, pues había mucha
gente tratando de hacer eso.
Por
otro lado, su continua relación con la literatura anglosajona ha influido
activamente tanto en la manera de seleccionar sus temas, como en los anteojos
que utiliza para apreciar la fisionomía peninsular.
Así,
me inspiré en autores ingleses y otros americanos como William Faulkner. Tenía
una frase muy hermosa que decía: “Voy a tratar de un lugar tan pequeño como una
estampilla pero tan valioso como una mina de oro”. Todos los temas son válidos.
Me molestaba que cuando saqué mi primer libro le llamaran de provincia o
indigenista. Yo tenía la ambición de poner en el mapa literario la Península de
Yucatán, pero sin la parte romántica. Pero vamos a poner las cosas como fueron,
criticar a los blancos, ver que los indígenas estaban sometidos, las
diferencias entre ellos.
La
relación entre Campeche y Yucatán es sutil pero permanente, y existen lazos que
son inquebrantables dada la evolución histórica que se ha venido dando desde antes
de la conquista. Su apuesta literaria en la región inició en un pequeño poblado
de Campeche, pero termina (y continúa) en Yucatán.
Mi
gran influencia en Yucatán fue Juan García Ponce, de padre español y de madre
yucateca de Casta Divina. García Ponce también estaba orgulloso de ser
yucateco. Cuando yo leí su autobiografía me quedé sorprendido de ver la de
similitudes entre él y yo, muchas confluencias rarísimas. Yo también decidí
arriesgarme como él a ser escritor. Fue un gran formador y amigo mío. Yo
también estoy orgulloso de ser yucateco, aunque sea chilango de nacimiento.
Como
bien reflexiona Roland Barthes (1968), cuando un hecho pasa a ser relatado con
fines intransitivos y no transformadores, se produce una ruptura donde la voz
pierde su origen y el autor entra en su propia muerte. Hay un punto de
inflexión donde se da un salto y comienza la escritura. Charras fue su primera
novela después de haber escrito una serie de ensayos y cuentos cortos e inicia
una nueva fase de su carrera literaria.
En
mis cuentos, no solo me he dedicado a Yucatán. Tampoco quería que me
encasillaran como autor indigenista o provinciano, de reivindicaciones
culturales y racistas. Mi segundo libro fue todo lo contrario, ocurre en muchos
lugares del mundo. Después con mi beca que me llevó a la Universidad de Iowa en
una estancia de escritores con el International Writing Program. Al llegar ahí
me pregunté de qué iba a escribir. En una entrevista que realicé a William
Trevor, cuyos trabajos ya conocía, me aconsejó “tienes que ser cuentista y
novelista, no te conformes con el cuento”. Y es que yo tenía una inquietud, yo
fui primo de Charras, el de mi novela. El era de Hopelchén, igual que mi padre.
Carlos Loret de Mola había sido gobernador, y Charras fue un caso muy sonado y
que causó indignación. Pero una vez más, su caso no se conoció, entonces yo me
puse a hacer una investigación creando una novela no ficción, una novela
reportaje. Le di un tratamiento de novela y tuve que jugar con los personajes y
con circunstancias, y hasta la fecha, sigue estando vigente, no ha dejado de
publicarse desde 1991. Tengo muy claro también que de alguna manera soy un crítico de la
sociedad mexicana.
La definición del estilo y formato a través del cual se
transmiten las construcciones y universos mentales depende en gran medida de
una exposición a nuevos sistemas y valores.
Me
fui a Cambridge, Inglaterra para escribir mi segunda novela, mi padre fue el
que me recomendó que escribiera sobre la Guerra de Castas, era algo inédito.
Era una guerra civil, por eso no se hablaba de eso. Aquí eran ambas partes,
ciudadanos mexicanos.
También
tengo una parte rebelde, disidente, donde quería reivindicar la cultura maya.
Lo que ha pasado, y que pasa igual en Charras, es que la oligarquía, la Casta
Divina, sí es cierto que ha abusado de los indígenas, porque cuando llegaron
los españoles ellos venían a hacerse ricos. Los que fueron a Yucatán, en su
mayoría extremeños, como Cortés, Pizarro, Montejo. Pero llegan y no hay
metales, el terreno es inhóspito, entonces su riqueza se vuelven los mayas,
empiezan las encomiendas y empiezan a explotarlos. Es tabú porque no se
reconoce el abuso de los indígenas, ni la sed de venganza de los mayas contra
los blancos. Es un mundo extraño, injusto, pero también maravilloso. La belleza
que despliegan sus paisajes y ruinas no tienen igual.
A
pesar de la modernidad que aborda y abruma esta tierra caliza, sus verdes y
densos humedales permiten que se sostenga el misticismo y magia de Yucatán,
cautivando a más de uno, e invitando a que se intente capturar su movimiento en
letras. Pocos lo han logrado como Hernán Lara Zavala.
“Admiro
a los héroes de la resistencia indígena y su derecho a la descolonización y a
la libertad, así como a los pobladores de origen hispano que fincaron ahí sus
mentes y supieron aceptar como suyo a ese ´país que no se parece a otro´ de
tierras inhóspitas, cielos candentes y paisaje misterioso, en donde han
ocurrido mucho más cosas de las que los seres humanos nos hemos atrevido
siquiera a imaginar.”(Lara Zavala, 2015: 431).
Referencias
Barthes, R. (1968). La
muerte del autor. El susurro del lenguaje. 2.
Lara Zavala, H. (2012).
Península, península. México: Alfaguara.
Lara Zavala, H. (2015).
Macho Viejo. México: Penguin Random House.