Agua para la paz, paz para el agua

El Día Mundial del Agua se celebra cada año el 22 de marzo para resaltar la importancia del agua dulce y promover la gestión sostenible de los recursos hídricos. El lema para el año 2024 es “Agua para la paz”, enfatizando el papel crucial que juega el agua en la construcción de la paz y la prosperidad global. La ONU insta a la cooperación y al manejo equitativo del agua, reconociendo que es un derecho humano esencial y no solo un recurso por el que competir.

El agua es fundamental para el desarrollo sostenible debido al papel que desempeña en múltiples aspectos socioeconómicos y ambientales. Por un lado, el acceso al agua potable y al saneamiento adecuado es vital para reducir enfermedades y mejorar la salud y productividad de las poblaciones. El agua también es esencial para el sostenimiento de las comunidades y la economía, la disposición suficiente es necesaria para la agricultura, la industria y la energía, sectores que son pilares de la economía global. Aunado a ello, contar con los niveles suficientes de agua en los ecosistemas es vital para su mantenimiento y para poder seguir proveyendo de recursos naturales y servicios ambientales como la purificación del agua, aire limpio y el mantenimiento de la biodiversidad.


A su vez, el agua también juega un papel clave en la adaptación al cambio climático, actuando como un vínculo entre el clima, la sociedad y el medio ambiente. Es de vital importancia ya que los ecosistemas que han protegido y mantienen su proveeduría de agua tienen una mayor capacidad de resiliencia ante este fenómeno mundial.

Un aspecto que muchas veces se deja de lado, es la gestión eficiente y equitativa del agua, que se da por sentado pero que es necesaria atender de manera prioritaria para asegurar que este recurso limitado y renovable se mantenga para las generaciones futuras. Es importante reconocer en este momento que el agua no es un producto renovable y, mucho menos, infinito y que debemos gestionarlo bajo el entendido de que podemos agotar el recurso, mismo del que depende nuestra capacidad de supervivencia. Por lo tanto, reconocer, medir y expresar el valor del agua es crucial para una gestión sostenible y justa de los recursos hídricos. Un dato relevante respecto a la escasez del agua es el que publicó la ONU, mencionando que más de 1.700 millones de personas viven en cuencas fluviales donde el uso del agua supera la recarga natural, lo que podría llevar a que dos tercios de la población mundial vivan en países con escasez de agua para 2051.


¿Pero en que usamos el agua?

El principal uso del agua a nivel mundial es para la agricultura, representando aproximadamente el 70% de la extracción total de agua. Este uso intensivo es crucial para la producción de alimentos y sostiene las economías de muchos países. Además, el agua subterránea proporciona cerca del 50% de toda el agua potable y el 43% de todo el riego agrícola.

En el caso de la industria, esta consume más del 14% del agua a nivel nacional en algunos países. La industria utiliza el agua principalmente para la refrigeración, el procesamiento, la limpieza y como disolvente en una variedad de procesos industriales.

Y finalmente, el resto del agua se usa principalmente para fines domésticos, servicios y otras actividades urbanas. Aunque el porcentaje varía según la región, el consumo urbano es generalmente menor en comparación con la agricultura, pero es crítico debido a su impacto directo en la vida diaria de la población.

La eficiencia en su consumo varía significativamente entre estos sectores. La agricultura ha sido criticada por su uso ineficiente del agua, pero también hay avances en tecnologías de riego que buscan mejorar esta situación. En la industria y el uso urbano, la reutilización y el tratamiento del agua pueden contribuir a una mayor eficiencia y sostenibilidad.

En Latinoamérica los números son menos esperanzadores, estando en promedio el 85% del territorio sin ninguna tecnificación y teniendo una huella hídrica agrícola mayor que en el resto de los países. Es importante invertir en la eficiencia del agua y las buenas practicas agrícolas, con estrategias y técnicas agroecológicas y no contaminantes.

La gestión del agua en todos estos sectores es crucial para asegurar la disponibilidad de agua para las generaciones futuras y para mantener la paz y la cooperación entre diferentes usuarios del agua.


Agua para la Paz

Como hemos revisado, el agua es necesaria para asegurar nuestra alimentación, el saneamiento, los servicios, la producción industrial, energía, entre otros. Al no colocar el agua como prioridad al momento de hacer planeaciones solo estamos disminuyendo nuestra capacidad de mantenimiento y supervivencia. Seguir diseñando estrategias pensando que el agua es un recurso renovable puede ocasionar que el cálculo no sea correcto y no podamos asegurar el recurso para las poblaciones presentes y futuras, fenómeno que ya se ha empezado a ver de manera preocupante en algunas regiones.

La gestión sostenible del agua es fundamental para mantener la paz y evitar conflictos relacionados con su escasez. La cooperación internacional y el manejo equitativo del agua son esenciales para promover la paz y la seguridad hídrica en todo el mundo. “Paz para el agua” refleja la necesidad de una gestión del agua que promueva la armonía y prevenga las tensiones entre comunidades y naciones.

Es necesario darle un poco de paz al agua y darle su valor, planear como un recurso valioso y finito y de este modo impulsar la sostenibilidad para las generaciones presentes y futuras.



 

Salvador Castell es biólogo marino con estudios de maestría en Biotecnología Genómica y doctorado en Bioquímica y Biología Molecular. Es promotor de ciencias por la sustentabilidad, presidiendo el movimiento Va Por La Tierra.