Body Politic

Body Politic: cuerpos enfermos en búsqueda de paleativos


A lo largo de la historia se le ha denominado body politic, o cuerpo político, a cualquier identidad política configurada a manera de ciudad, reino o Estado que es considerado metafóricamente como un cuerpo físico. El término deriva del latín medieval corpus politicum, que se desarrolla a partir del corpus mysticum, originalmente designado por la Iglesia Católica al cuerpo místico de Cristo, siendo extendido a la política a partir del siglo XI en corpus republicae.



Históricamente, se ha representado a los antiguos soberanos como una cabeza de cuerpo. De igual forma, en la época bizantina se encontraba el Corpus Juris Civillis en la Europa Latina, donde el body politic tomaba un significado jurisprudencial identificándose con la teoría legal de la corporación. No obstante, es Thomas Hobbes, quien en el siglo XVII reaviva esta imagen del body politic y la transforma en una teoría moderna del estado como una persona artificial.


Así pues, se le reduce básicamente a tres grandes momentos: como símbolo antropomórfico que representa al sistema político; la representación metafórica del cuerpo como discurso instrumental para la persuasión (épica revolucionaria); y la representación del cuerpo en ceremonias públicas (carnavales y funerales).El humano, siempre ha visto entonces al cuerpo como la materialización de nuestra naturaleza misma y ha utilizado esta metáfora del cuerpo como unión y como ente orgánico, para ejemplificar cómo es que a través de sus partes funciona y da vida a algo más grande.


Es este body politic, debajo de cuya piel nos encontramos habitando y nos sentimos protegidos, pero que en ocasiones enferma. Por ello, periódicamente hacemos una “visita al doctor”, allí se nos dicen cuáles son las rutas disponibles para corregir nuestro camino y devolvernos la salud. Se nos ofrecen diversos medicamentos, diversas rutinas de ejercicio, hábitos de sueño, y juntos debemos tomar una decisión.  Algunos prefieren no hacer nada; otros más se molestan ante las escasas opciones de solución y culpan al doctor por estar igualmente enfermo; algunos no confían en el medicamento y ven en el cuerpo una fragilidad crónica.


La decisión no puede ser inmediata, se nos insta a la reflexión y durante tres meses, recibimos panfletos e información diversa con propuestas. También se presentan visitas de vendedores de medicamentos, algunos ofreciendo muestras que en ocasiones se aceptan gustosamente pues no siempre están seguros de que eventualmente llegue la dosis del tratamiento completo. Sin embargo, a pesar de que nos vemos expuestos a un exceso de información y estímulos insistiendo en tomar una u otra medicina, la realidad es que el día a día continua. Además, debido al escaso conocimiento con el que contamos acerca de química y biología, por no hablar de la desconfianza en las empresas farmacéuticas, casi siempre nos lleva a elegir tomar la misma medicina porque… “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Tememos los posibles efectos secundarios de los medicamentos que no conocemos, sobre todo cuando hemos visto en algunos vecinos lo que han padecido al tomarlos.


Para el caso específico del body politic yucateco, el próximo 2 de junio se elegirán “fórmulas” para tres cuerpos distintos: federales (presidente, senadores y diputados); estatales (gobernador y diputados locales) y municipales (alcalde). Cada cuerpo con problemas y dimensiones distintas y de los cuales nos servimos para sobrevivir. Si bien los síntomas del cuerpo municipal y estatal son los que se sienten más fuertes, el incentivo para participar en la decisión no debería limitarse ellos, pues el gran cuerpo federal abraza y cubre a los otros dos, afectando de manera importante su desempeño, por lejano y ajeno que se le vea.


La cura para este body politic convaleciente, no obstante, conlleva un ejercicio mayor a la mera toma de decisión sobre una u otra alternativa donde los buenos hábitos deberán ser introducidos en la rutina cotidiana. Pareciera que la medicina, el dirigente electo, es la que dirige el cuerpo pero, en realidad, es solo el paliativo.  Somos nosotros mismos, la sociedad que lo conforma, quienes a través de hábitos ejercidos en forma de valores, instituciones y costumbres damos vida al cuerpo. La enfermedad, por tanto, no puede ser eliminada por el paliativo. La enfermedad está dada por una contraposición de valores, donde diferentes partes del cuerpo no funcionan en la misma dirección lo que resulta en choques y lesiones.


Así pues, este próximo 2 de junio, el acto reflexivo lo deberá llevar a cabo cada célula pero no en torno al paliativo, sino al sistema de valores y hábitos que conforman este gran cuerpo. Se deberán pensar cuáles cambios profundos deberían realizarse al tiempo que nuestro cuerpo madura y nuevos elementos lo decoran, al tiempo que otros cuerpos entran en contacto y afectan la forma en que nos relacionamos. Por ejemplo, con las Tecnologías de la Información y Comunicación que han ido creando cuerpos virtuales que trascienden el espacio y escapan de lo virtual. El ejercicio democrático va más allá del llamado deber cívico, más allá de una deuda histórica hacia los revolucionarios que acabaron con los sistemas elitistas de gobierno. Se trata de una nueva oportunidad para sanar y mejorar la calidad de vida del cuerpo vivo y cambiante que somos.