Con una sonrisa, Rafaela Can Ake, recibe a los visitantes en su consultorio en el poblado de Chumbec, comisaría perteneciente al municipio de Sudzal, Yucatán. Cientos de fotografías decoran las paredes de la antesala en las que se observan mujeres orgullosas, mostrando a sus recién nacidos, todos recibidos por Doña Rafa. En una esquina se observan grupos de personas reunidas en encuentros de partería, cursos y capacitaciones, así como premiaciones por su labor. También captura la atención una vitrina repleta de diferentes semillas, flores y hojas secas que utiliza para hacer sus propios productos medicinales. En otra vitrina se ven frascos con agua de rosas, árnica, aceites esenciales, cápsulas de orégano, tónicos y pomadas. Cada uno de ellos elaborado con ingredientes que doña Rafa y su familia cosechan en su propio huerto.
Doña Rafa es parte de una generación que ha recibido sus habilidades de partería por Don. En sus más de 45 años de labor, 781 bebés han llegado al mundo a través de sus manos experimentadas. Si bien cuenta con certificaciones y capacitaciones en la materia impartidas y avaladas por la Secretaría de Salud, en la partería tradicional maya, el ejercer este oficio está reservado para aquellas que lo reciben por Don y por guía a través de los sueños. En entrevista con la Revista El Toloc, doña Rafa nos contó de sus inicios, su trayectoria y sus proyectos.
¿Cómo inicia su camino en la partería?
Mayormente lo aprendí todo en sueños: el masaje, el acomodo del bebé que está sentado, a acomodar el cirro, la matriz, la vejiga, el cuerpo en general. Con unas manos sobre mis manos guiándome por la pancita de la mujer. Ocho meses lo soñé y todos en mi familia me decían que era mal agüero, no me apoyaron. Un día se lo platiqué a una abuelita en Izamal, y ella me dijo: “No se lo cuentes a nadie, ni a tu esposo, y poco a poco lo vas a dejar de soñar, porque tú niña, ya tienes el Don. El que tú viste es Tatá Dios. No tengas miedo, tú ya tienes el Don”.
Y así fue, después de ocho meses se me olvidó totalmente, y en eso, llegaron unos médicos buscando a alguien que se capacitara como partera y auxiliar de salud. La gente me elige a mí, y fue allá donde se hizo realidad ese sueño.
A la mitad del taller de la Secretaría de Salud, viendo los videos que nos presentaron en la capacitación, fue que me acordé y dije “si yo ya hice todo esto”. Cuando yo me empecé a capacitar como partera, yo no sabía leer ni escribir, no hablaba español. Fue mi esposo el que me enseñó todo eso, me apoyó.
¿Qué ha sido lo más difícil y lo más satisfactorio de todo?
A mí me llenan de dicha todos los partos, le tengo mucho amor a mi trabajo. Lo difícil… fueron dos partos, uno invertido y uno prematuro con bolsa. Pero… gracias a Dios me tocaron buenos médicos en la capacitación que me dieron las herramientas para saber qué hacer. […] Uno de ellos nació a mitad de camino hacia el hospital, pero yo estaba lista, llevaba todo mi equipo y atendimos el parto en la camioneta, a mitad de la noche, a mitad de carretera. Al llevarlo al Centro de Salud en Sudzal, los médicos vieron que todo estaba bien y me preguntaban cómo lo había hecho. Gracias a la capacitación que me dieron y a la sabiduría que me dio Dios, es que yo pude atender esos partos. Le pido que use mis manos como instrumento.
¿Qué utiliza de medicina tradicional?
[En los partos] preparamos un té para prepararte, para que te tranquilice; usamos aceites esenciales para ayudar al cuerpo a volverlo flexible y evitar desgarres; y se utilizan mezclas de plantas para lavarlo después. También estoy en constante preparación como sanadora usando medicina tradicional, en la que usamos plantas, semillas, flores para curar diferentes problemas. Ahora estoy ampliando el huerto que inicié con mi esposo para poder seguir atendiendo pacientes, dando mis talleres y vendiendo mis productos que ya envío internacionalmente.
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